lunes, 20 de junio de 2011

EL PRINCIPITO


El Principito (en francés: Le Petit Prince), publicado en 1943, es el relato corto más conocido del escritor y aviador francés Antoine de Saint-Exupéry. Ha sido traducido a ciento ochenta lenguas y dialectos, convirtiéndose en una de las obras más reconocidas de la literatura universal. Se considera un libro infantil por la forma en la que está escrito y por la historia es en realidad una metáfora en el que se tratan temas tan profundos como el sentido de la vida, la amistad y el amor. Esa metáfora  y otras que contiene el libro deben ser interpretadas para entender plenamente el significado de la obra, lo cual no excluye que una misma imagen sea interpretada por distintas personas de formas diferentes. Cada opinión es una verdad, desde su punto de vista, no habiendo una única forma de ver e interpretar las "insinuaciones" que hace el autor, ni nadie que pueda decir qué es lo correcto o cómo se tiene que interpretar tal o cual cosa.
El personaje principal del libro es un niño que viaja de planeta en planeta haciendo preguntas que se dan por hechas, y que no interesan a nadie. Vive en un pequeño planeta que podríamos identificar no como un planeta, sino como su propia vida, así el resto de planetas que visita son en realidad las vidas de otras personas que conoce. El hecho de que su planeta sea tan pequeño viene a decirnos que tiene mucho por vivir y aprender.
El coprotagonista es un adulto que intenta razonar y actuar como un niño, pero sabe que en realidad no lo es, que lo ha perdido pero intenta recuperarlo. Es nuestra propia imagen, nuestro reflejo en la historia, el personaje que nos identifica dentro de la novela y que nos hace ver cómo deberíamos ver las cosas y cómo en realidad las vemos. Por sus características, podemos identificar al narrador con el propio autor que nos va guiando a lo largo de la historia.


“Sólo con el corazón se puede ver bien. Lo esencial es invisible para los ojos.”


“Las personas mayores nunca son capaces de comprender las cosas por sí mismas, y es muy aburrido para los niños tener que darles una y otra vez explicaciones.”


“A los mayores les gustan las cifras. Cuando se les habla de un nuevo amigo, jamás preguntan sobre lo esencial del mismo. Nunca se les ocurre preguntar: “¿Qué tono tiene su voz? ¿Qué juegos prefiere? ¿Le gusta coleccionar mariposas?” Pero en cambio preguntan: “¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre?” Solamente con estos detalles creen conocerle”.


 “No era más que un zorro semejante a cien mil otros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo.”



"La geografía, en efecto, me ha servido de mucho; a primera vista podría distinguir perfectamente la China de Arizona. Esto es muy útil, sobre todo si se pierde uno durante la noche". 

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